Diferencias entre el adiestramiento de mascotas y el acondicionamiento de animales

Algunos animales no humanos han demostrado capacidades cognitivas impresionantes en entornos experimentales, como reconocer sus cuerpos en espejos y recordar experiencias pasadas. Algunas aves, por ejemplo, muestran sensibilidad a los detalles sobre los alimentos que han almacenado en caché, como su carácter perecedero y cuánto tiempo hace que estuvieron almacenados.

Aún así, los científicos no poseen pruebas sólidas de que los animales tengan habilidades de pensamiento crítico o un concepto de sí mismos, los requisitos clave para una educación genuina. A diferencia del condicionamiento y la instrucción, la educación tiene como objetivo permitir al alumno explicar el mundo, evaluar y debatir los fundamentos de sus decisiones. También prepara a las personas para plantear (y tratar de responder) preguntas éticas como “¿Cómo debo vivir” y “¿Estaba justificada esa acción?”.

Un gato o un perro no pueden plantear estas preguntas. La mayor parte del tiempo, los seres humanos tampoco se preocupan por estas cuestiones, pero pueden hacerlo. De hecho, los cuidadores prestan gran atención a estos asuntos durante la crianza de los niños, como cuando les preguntan a los niños: “¿Qué te parecería si alguien te hiciera eso?”. o “¿De verdad crees que está bien actuar de esa manera?”.

Suponiendo que los animales no reflexionen ni critiquen, y por tanto no sean capaces de educarse, diría que no tienen obligaciones morales. Es justo decir que una mascota ha transgredido, ya que animales como perros y gatos pueden llegar a comprender cómo actuar mejor. Pero moralmente hablando, un animal no puede cometer ningún mal porque carece de conciencia: puede comprender parte de su comportamiento, pero no su propia mente.

En mi opinión, dirigirse a un animal y actuar comprendiendo cómo interpreta los acontecimientos es fundamental para el entrenamiento ético de las mascotas. Pero si alguien trata a un animal como si fuera responsable de justificarse ante nosotros, como si pudiera ofrecer excusas y disculpas, antropomorfiza al animal y le exige demasiado. Los dueños de mascotas a menudo hacen esto de manera burlona, ​​diciendo cosas como: “Ahora sabes que no deberías haber hecho eso”, las mismas frases que podrían usar con un niño.

Sin embargo, a diferencia de un niño, la transgresión del animal no es un incumplimiento de una obligación moral. En las relaciones humanas aspiramos a relaciones de justificación mutua, donde se intercambian razones y se evalúan excusas y disculpas. Pero esa no es la naturaleza de nuestras relaciones con nuestras mascotas, por muy tentados que estemos a pensar lo contrario.

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