Si bien la miel loca puede atraer a mentes curiosas y aventureros, su consumo puede provocar una afección conocida como intoxicación por miel loca, caracterizada por náuseas, vómitos, mareos, visión borrosa y presión arterial baja.
En casos raros, el consumo de demasiada miel loca puede incluso provocar efectos más graves, como problemas cardíacos y parálisis temporal.
La intoxicación por miel loca es esencialmente una intoxicación por grayanotoxina. Al comer miel loca, una persona introduce grayanotoxina en el torrente sanguíneo. En dosis más altas, esta toxina interfiere con los canales de sodio dependientes de voltaje en el cuerpo, que normalmente desempeñan un papel crucial en la transmisión de impulsos nerviosos y la regulación de las contracciones musculares.
Al unirse a los canales de sodio, la grayanotoxina altera estas funciones, lo que provoca alteraciones en la permeabilidad de la membrana y el flujo de iones de sodio a través de las membranas celulares.
En el corazón, esta interferencia con los canales de sodio puede provocar trastornos del ritmo, como el bloqueo de rama, donde las señales eléctricas en el sistema de conducción del corazón se retrasan o bloquean.
El cuerpo de una persona puede experimentar una elevación transitoria del segmento ST, una anomalía temporal que se observa en un electrocardiograma (EKG), o un ritmo nodal, un ritmo cardíaco anormal que se origina en el nódulo auriculoventricular (AV), que regula la sincronización de los impulsos eléctricos en el corazón.
Si bien el envenenamiento por grayanotoxina rara vez es fatal, puede causar un malestar significativo.