Dos palabras lanzadas en las noticias en estos días son desinformación y desinformación. Ambos términos se refieren a información falsa. Sin embargo, lo que los hace diferentes es que la desinformación es cuando alguien está difundiendo a sabiendas cosas que no son ciertas.
Merriam-Webster define desinformación como “información incorrecta o engañosa”.
El mismo diccionario define desinformación como “información falsa que se difunde deliberada y, a menudo, de forma encubierta (por ejemplo, mediante la propagación de rumores) para influir en la opinión pública u ocultar la verdad”.
Por ejemplo, cuando un amigo de Facebook comparte un meme falso sin saber que es falso, es una forma de desinformación. Sin embargo, cuando las cuentas de las redes sociales difunden a sabiendas falsedades sobre el COVID-19 para influir en el discurso o la política pública, o cuando un país extranjero se entromete en una elección promoviendo noticias falsas o engañosas, eso es desinformación.
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