A pesar de la trágica pérdida de Harry Daghlian, los científicos de Los Alamos continuaron con los experimentos en el núcleo. Louis Slotin, un físico canadiense conocido por su destreza y confianza en el manejo de materiales radiactivos, fue el siguiente en desafiar los límites de la física nuclear.
Slotin era conocido por demostrar un experimento de criticidad que implicaba llevar un núcleo de plutonio al borde de volverse crítico, esencialmente tratando de acercarse aún más al borde de iniciar una reacción nuclear en cadena incontrolada.
El experimento utilizó dos medias esferas metálicas recubiertas de berilio, que podían acercarse al núcleo del demonio para reflejar los neutrones de regreso a él, acercándolo poco a poco hacia la criticidad.
El momento crítico del procedimiento llegó cuando Slotin, usando sólo un destornillador, se metió entre las dos esferas para crear el espacio suficiente para evitar que se cerraran completamente alrededor del núcleo de plutonio: un proceso arriesgado conocido como “hacerle cosquillas a la cola del dragón dormido”. “
El 21 de mayo de 1946, Slotin estaba demostrando este precario experimento a Alvin Graves, su sustituto previsto, entre otros científicos en la sala. Mientras Slotin intentaba el experimento, un desliz de su mano provocó que las esferas de metal se cerraran de golpe, enviando instantáneamente el núcleo a su punto crítico.
La habitación quedó envuelta en otro destello de luz azul y una ráfaga de calor, lo que significa un estallido de radiación de neutrones.
Aunque Slotin reaccionó rápidamente para retirar la esfera y detener la reacción, el daño ya estaba hecho. Los demás en la habitación sobrevivieron con diversos grados de exposición a la radiación, pero Slotin no tuvo tanta suerte. Sufrió una dosis masiva de envenenamiento por radiación y murió 9 días después, convirtiéndose en la segunda víctima del núcleo demoníaco.