{"id":17087,"date":"2021-08-25T03:55:53","date_gmt":"2021-08-25T03:55:53","guid":{"rendered":"https:\/\/www.esinsolito.com\/otra-oleada-de-virus-trae-mas-miseria-al-hospital-de-louisiana\/"},"modified":"2021-08-25T03:55:53","modified_gmt":"2021-08-25T03:55:53","slug":"otra-oleada-de-virus-trae-mas-miseria-al-hospital-de-louisiana","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.esinsolito.com\/otra-oleada-de-virus-trae-mas-miseria-al-hospital-de-louisiana\/","title":{"rendered":"Otra oleada de virus trae m\u00e1s miseria al hospital de Louisiana"},"content":{"rendered":"
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SHREVEPORT, Luisiana (AP) – Lauren Debroeck se inclina lentamente hacia el rostro de su esposo, esperando que este sea el d\u00eda en que se despierte despu\u00e9s de casi un mes.<\/p>\n

Debroeck se peina y maquilla impecablemente todas las ma\u00f1anas porque quiere que \u00e9l la mire y sepa que, a pesar del laberinto de cables y tubos alrededor de su cama de hospital, todo est\u00e1 bien.<\/p>\n

“Te quiero mucho”, susurra mientras acaricia la frente de la mujer de 36 a\u00f1os.<\/p>\n

La propia Debroeck fue hospitalizada a tres puertas de su esposo en su propia batalla con COVID-19 a principios de este mes, y cada vez que escuchaba alarmas de m\u00e1quinas m\u00e9dicas o alguien jadeando en busca de aliento resonando en el pasillo, las enfermeras corr\u00edan para asegurarle que no era as\u00ed. t su amado Michael.<\/p>\n

“Quiero que nos mire y vea que lo estamos logrando”, dijo Debroeck. “Incluso si nos estamos desmoronando”.<\/p>\n

La vigilia junto a la cama se lleva a cabo en un hospital de Shreveport que est\u00e1 lleno de pacientes de Louisiana, Texas y Arkansas y un personal m\u00e9dico abrumador, que describe llorar camino al trabajo y adormecerse con el sonido de cerrar bolsas para cad\u00e1veres y enviar pacientes muertos. a las funerarias. Aproximadamente 120 de los 138 pacientes con coronavirus del Willis-Knighton Medical Center no est\u00e1n vacunados, incluidos los Debroeck.<\/p>\n

Michael estaba en contra de la vacuna COVID-19. Lauren simplemente nunca encontr\u00f3 el tiempo.<\/p>\n

\u201cHice la cita tres veces y la cancel\u00e9 porque estaba demasiado ocupada\u201d, dijo.<\/p>\n

Beth Springer, coordinadora de enfermer\u00eda, recuerda c\u00f3mo, hace un mes, los pasillos de la UCI estaban casi despejados. Ahora la pandemia parece peor que nunca.<\/p>\n

\u201cVeo mucha tristeza. Veo muchas cosas que nunca pens\u00e9 que ver\u00eda en mi carrera \u201d, dijo Springer, quien ha sido enfermera por casi 20 a\u00f1os.<\/p>\n

Al principio de la pandemia, el personal de enfermer\u00eda de Willis-Knighton colgaba un \u00e1ngel de papel en la pared cada vez que perd\u00edan a un paciente a causa del virus. Pero a medida que avanzaban los meses y el n\u00famero de muertos aumentaba de un aumento tras otro, lo visual se convirti\u00f3 en un espect\u00e1culo brutal para que los proveedores lo vieran hora tras hora.<\/p>\n

La directora de enfermer\u00eda de Willis-Knighton, Denise Jones, rompe a llorar cuando explica c\u00f3mo reemplazaron a los \u00e1ngeles con serpentinas de papel de colores que cuelgan sobre el pasillo, cualquier cosa para consolar a un personal que ha cerrado con cremallera a los pacientes que no llegaron al cuerpo. bolsas y sostuvieron tel\u00e9fonos para que las familias pudieran hablar con sus seres queridos enfermos.<\/p>\n

“Estamos buscando cualquier cosa que podamos hacer para que el personal encuentre algo de alegr\u00eda en su d\u00eda a d\u00eda porque hay muy poco en \u00e9l en este momento”, dijo Jones.<\/p>\n

La enfermera registrada Melinda Hunt trabaja seis o siete d\u00edas a la semana y se despierta antes del amanecer. Enciende una pel\u00edcula de Disney mientras se prepara.<\/p>\n

Pero el escape es fugaz. Sus ojos se llenan de l\u00e1grimas mientras conduce al trabajo en una ma\u00f1ana lluviosa. Hunt, de 24 a\u00f1os, decidi\u00f3 convertirse en enfermera cuando ten\u00eda 6 a\u00f1os y vio a los profesionales compasivos y capacitados ayudar a su hermana menor que ten\u00eda leucemia.<\/p>\n

Hunt sol\u00eda ser optimista y lleno de vida. Pero ahora se siente agotada y agotada. Los compa\u00f1eros de trabajo han notado el cambio y, a veces, le preguntan si est\u00e1 bien o si necesita un descanso.<\/p>\n

\u201cNo siento que pueda tomarme un descanso porque ya no tenemos enfermeras\u201d, dijo.<\/p>\n

Para cuando Hunt llega a la Unidad de Cuidados Intensivos de Enfermedades Infecciosas alrededor de las 6:30 am, se aparta las l\u00e1grimas y el cansancio. Hay pacientes con COVID-19 que necesitan su honestidad y compasi\u00f3n.<\/p>\n

\u201cEstos pacientes me preguntan: ‘\u00bfVoy a morir?’ Y no quiero decirle a nadie que van a morir \u201d, dijo Hunt. “Pero tampoco voy a darles una falsa seguridad”.<\/p>\n

Dentro de Willis-Knighton, las l\u00e1minas de pl\u00e1stico separan el vest\u00edbulo para que los pacientes potenciales de COVID-19 puedan aislarse mientras son examinados.<\/p>\n

Los pasillos est\u00e1n llenos de equipos m\u00e9dicos y enfermeras y m\u00e9dicos con equipo de protecci\u00f3n de pies a cabeza que se desplazan de una habitaci\u00f3n a otra.<\/p>\n

Pero esos pasillos concurridos son un claro recordatorio de que justo cuando parece que las cosas podr\u00edan volver a la normalidad, la pandemia rugi\u00f3.<\/p>\n

En julio, el n\u00famero de pacientes con COVID-19 del hospital era de un solo d\u00edgito. Ahora tienen m\u00e1s de 100.<\/p>\n

\u201cEs m\u00e1s ca\u00f3tico. Es solo que la velocidad a la que crece y se propaga es mucho m\u00e1s r\u00e1pida \u201d, dijo Springer, coordinadora de enfermer\u00eda del hospital.<\/p>\n

Jones, la directora de enfermer\u00eda del hospital, tiene enfermeras agotadas que vienen a su oficina todos los d\u00edas.<\/p>\n

\u201cImag\u00ednese la presi\u00f3n de saber que no s\u00e9 si puedo hacer esto otro d\u00eda, otra hora, pero si no me presento ma\u00f1ana no hay nadie all\u00ed para cuidar a este paciente. No hay nadie aqu\u00ed para sostener este tel\u00e9fono y dejarles hablar con su familia la \u00faltima vez antes de que les pongamos un tubo \u201d, dijo Jones.<\/p>\n

“Me siento muy impotente y derrotado como l\u00edder y no puedo ayudarlos m\u00e1s”.<\/p>\n

La enfermera encargada de la UCI Cheryl Thomas se siente obligada a estar all\u00ed para consolar a los pacientes que est\u00e1n al borde de la muerte.<\/p>\n

“Nunca voy a dejar que alguien muera solo”, dijo, lamentando c\u00f3mo las restricciones relacionadas con el virus significan que muchos miembros de la familia no pueden visitar en persona.<\/p>\n

Ella admite que es una carga pesada de llevar d\u00eda tras d\u00eda. Pero es por eso que eligi\u00f3 esta profesi\u00f3n. “Porque me importa”.<\/p>\n

Bajo esas serpentinas que reemplazaron a los \u00e1ngeles de papel, Hunt abraza a una mujer cuya hermana de 70 a\u00f1os muri\u00f3 hace momentos, cuatro d\u00edas despu\u00e9s de presentarse con los s\u00edntomas del COVID-19.<\/p>\n

Despu\u00e9s del abrazo, Hunt se une a una segunda enfermera que hab\u00eda llamado a la funeraria y en silencio cierran la bolsa blanca para cad\u00e1veres con la mujer fallecida adentro. Se extiende una manta verde sobre la camilla y las enfermeras esperan pasar desapercibidas mientras llevan el cuerpo a un ascensor y al primer piso del hospital.<\/p>\n

“No creo que nadie me haya dicho que llevar\u00eda los cuerpos al muelle de carga”, dijo la enfermera Kristen Smith mientras se dirig\u00edan a un muelle de carga para encontrarse con un empleado de la funeraria nuevamente.<\/p>\n

“Siento que me he vuelto insensible”, dijo Hunt.<\/p>\n

Nota: lea esta historia en el sitio web de Associated Press<\/a> para m\u00e1s fotograf\u00edas.<\/em><\/p>\n<\/p><\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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