{"id":6241,"date":"2020-02-08T00:07:16","date_gmt":"2020-02-08T00:07:16","guid":{"rendered":"https:\/\/www.esinsolito.com\/el-tio-don-llamo-a-los-ninos-pequenos-bastardos-en-el-aire\/"},"modified":"2020-02-08T00:07:16","modified_gmt":"2020-02-08T00:07:16","slug":"el-tio-don-llamo-a-los-ninos-pequenos-bastardos-en-el-aire","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.esinsolito.com\/el-tio-don-llamo-a-los-ninos-pequenos-bastardos-en-el-aire\/","title":{"rendered":"\u00bfEl t\u00edo Don llam\u00f3 a los ni\u00f1os peque\u00f1os bastardos en el aire?"},"content":{"rendered":"

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En los primeros d\u00edas de Snopes.com, visit\u00e9 a una t\u00eda mayor a la que no hab\u00eda visto en muchos a\u00f1os y me result\u00f3 dif\u00edcil explicarle lo que hac\u00eda para vivir de una manera que ella entend\u00eda, principalmente porque ella no parec\u00eda comprender el concepto de lo que era una “leyenda urbana”. Busqu\u00e9 en mi memoria un ejemplo de una leyenda urbana que ella reconocer\u00eda, y recordando la \u00e9poca y el lugar donde creci\u00f3 (es decir, la costa este en la d\u00e9cada de 1930), le pregunt\u00e9: “\u00bfRecuerdas al t\u00edo Don?”<\/p>\n

Su rostro se ilumin\u00f3 de inmediato. Ella comenz\u00f3 a decir: “Estaba escuchando el d\u00eda cuando …”<\/p>\n

Mi t\u00eda no necesitaba terminar esa oraci\u00f3n para que yo supiera a qu\u00e9 se refer\u00eda, por supuesto. Tampoco necesitaba decir nada m\u00e1s para que yo supiera que estaba a punto de regalarme con su recuerdo personal de presenciar un evento que nunca tuvo lugar.<\/p>\n

La leyenda del “T\u00edo Don” fue la historia de advertencia fundamental de la era de las comunicaciones de masas iniciada por el advenimiento de la radiodifusi\u00f3n, una tecnolog\u00eda que cre\u00f3 el potencial para un comentario injurioso pronunciado en un momento sin protecci\u00f3n para ser escuchado en tiempo real por miles de personas. geogr\u00e1ficamente alejado del hablante, con posibles consecuencias para el final de su carrera:<\/p>\n

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El afable presentador de un programa de radio para ni\u00f1os termin\u00f3 de contar su \u00faltima historia del d\u00eda, dese\u00f3 buenas noches a todos los j\u00f3venes de su audiencia y cant\u00f3 su canci\u00f3n familiar de cierre. Cuando la estaci\u00f3n fue a una pausa comercial, se recost\u00f3 en su silla, suspir\u00f3 y no dijo a nadie en particular: “\u00a1Ah\u00ed, eso debe contener a los peque\u00f1os bastardos!” Desafortunadamente para el malogrado anfitri\u00f3n, el ingeniero lleg\u00f3 tarde. cortando hasta el descanso de la estaci\u00f3n, y el comentario despectivo del anfitri\u00f3n fue captado por el micr\u00f3fono a\u00fan abierto y transmitido a millones de hogares. La estaci\u00f3n se inund\u00f3 de inmediato con miles de telegramas de oyentes indignados, y el humillado anfitri\u00f3n fue despedido antes de que terminara el d\u00eda, para nunca volver a transmitir. Deshonrado m\u00e1s all\u00e1 de la redenci\u00f3n, vivi\u00f3 el resto de su vida en la oscuridad y muri\u00f3, un borracho empobrecido, varios a\u00f1os despu\u00e9s.<\/p>\n<\/blockquote>\n

Las versiones de este cuento eran familiares para muchos estadounidenses a mediados del siglo XX, generalmente contadas por alguien que afirm\u00f3 haber escuchado la transmisi\u00f3n infame, o que ten\u00eda un amigo o pariente mayor que lo hizo. Por lo menos, casi todos conoc\u00edan a alguien que recordaba el alboroto nacional causado por el incidente o recordaba haber le\u00eddo sobre el despido del desventurado anfitri\u00f3n en el peri\u00f3dico.<\/p>\n

Esta leyenda parece haber sido atribuida, en un momento u otro, a pr\u00e1cticamente todos los que alguna vez hab\u00edan presentado un programa para j\u00f3venes en la radio o la televisi\u00f3n. Los adultos que crecieron en Estados Unidos durante los a\u00f1os de prominencia de la radio entre las guerras mundiales tendieron a nombrar al anfitri\u00f3n de los ni\u00f1os locales que escucharon o con el que estaban m\u00e1s familiarizados como el culpable. Los que crecieron despu\u00e9s de que la televisi\u00f3n se convirtiera en un elemento habitual en los hogares estadounidenses ten\u00edan m\u00e1s probabilidades de identificar a una de las muchas personalidades ubicuas de la televisi\u00f3n infantil como la parte culpable.<\/p>\n

En uno de sus libros populares de leyendas urbanas, el folklorista Jan Harold Brunvand proporcion\u00f3 un excelente ejemplo de este fen\u00f3meno. Despu\u00e9s de dedicar algunas p\u00e1ginas de la leyenda a las cartas que desacreditan la noci\u00f3n de que este incidente tuvo lugar en un programa de televisi\u00f3n “Bozo the Clown”, Brunvand ofreci\u00f3 sus propios recuerdos: “A decir verdad, siempre pens\u00e9 que el anfitri\u00f3n de mi propio favorito ni\u00f1os radio<\/i> “Happy Hank” (escuchado en Lansing, Michigan, a mediados de la d\u00e9cada de 1940), hab\u00eda dicho estas palabras traviesas en un micr\u00f3fono en vivo “.<\/p>\n

A pesar de la gran variedad de presentadores de radio y televisi\u00f3n con los que se ha asociado esta leyenda, a lo largo de los a\u00f1os se ha relacionado un nombre con el presunto incidente con mayor frecuencia y de manera m\u00e1s prominente que cualquier otro: Don Carney, conocido por millones de j\u00f3venes antes de la televisi\u00f3n como “T\u00edo Don”.<\/p>\n

A medida que la radio transmitida gan\u00f3 popularidad r\u00e1pidamente a principios de la d\u00e9cada de 1920, las estaciones comerciales comenzaron a crear programas espec\u00edficamente para ni\u00f1os, lo que llev\u00f3 al surgimiento de numerosos “t\u00edos”, “t\u00edas” y “hermanos” de radio que relataron historias y canciones y actuaron. parodias con personajes regulares que inventaron para un p\u00fablico mayormente preescolar. Estos programas generalmente se transmiten en las horas posteriores a la escuela, los s\u00e1bados por la ma\u00f1ana y en las tardes tempranas de lunes a viernes. Con mucho, el anfitri\u00f3n m\u00e1s longevo y m\u00e1s conocido de estos ni\u00f1os fue el “T\u00edo Don” Carney de la estaci\u00f3n WOR, cuyo programa se emiti\u00f3 en un \u00e1rea de siete estados, incluyendo el \u00e1rea metropolitana de Nueva York, seis d\u00edas a la semana durante 21 a\u00f1os.<\/p>\n

Don Carney, nacido Howard Rice en 1897, proveniente de St. Joseph, Michigan. Se fue de casa para unirse al circo como acr\u00f3bata y termin\u00f3 en el vodevil, donde, a los 15 a\u00f1os, comenz\u00f3 a usar el nombre art\u00edstico de Don Carney mientras realizaba piezas de stock irlandesas. Viaj\u00f3 por todo el Medio Oeste, actuando en varias compa\u00f1\u00edas de acciones y repertorio antes de obtener una notoriedad menor como un pianista enga\u00f1oso que pod\u00eda tocar mientras estaba parado sobre su cabeza. Despu\u00e9s de saltar de un trabajo a otro y de un estado a otro, Carney finalmente se dirigi\u00f3 a Nueva York, donde obtuvo empleo en las estaciones de radio WMCA y WOR, trabajando como locutor, manitas vocalista y pianista suplente.<\/p>\n

Cuando un fabricante de juguetes lleg\u00f3 a WOR un d\u00eda en busca de un espect\u00e1culo infantil para patrocinar, Carney fue convocada para una audici\u00f3n para ellos. La rutina que reuni\u00f3 en unas pocas horas impresion\u00f3 a los patrocinadores, y Don Carney pronto se embarc\u00f3 en una nueva carrera como el querido presentador infantil “Uncle Don”. El espect\u00e1culo de sus hijos hizo su debut en septiembre de 1928 y dur\u00f3 casi dos d\u00e9cadas (hasta febrero 1947), que se transmite seis noches a la semana de lunes a s\u00e1bado. (En varias ocasiones, Carney tambi\u00e9n le\u00eda las risas a su audiencia de j\u00f3venes los domingos por la ma\u00f1ana). El programa del t\u00edo Don era una combinaci\u00f3n de historias y canciones originales, chistes, consejos, mensajes personales, anuncios de cumplea\u00f1os y noticias del club, entretejidos en numerosos mensajes comerciales. .<\/p>\n

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